Paco Lloret
Nada nuevo bajo el sol. Meriton, fiel a su estilo, escenifica por enésima vez su incapacidad manifiesta para gestionar un club de la dimensión del Valencia CF. Su política de reforzar la plantilla, impuesta desde Singapur, es la de cerrar las incorporaciones tras semanas de negociaciones infructuosas, y resolverlas a última hora por cantidades ridículas. La defensa de los legítimos intereses de la entidad aconseja disponer de una plantilla competitiva lo antes posible. Peter Lim transita por otros derroteros. Se ficha poco y tarde con precios irrisorios.
La vida, por tanto, sigue igual en Mestalla. No se adivina ningún cambio verdadero respecto al pasado, a pesar de los comunicados y las promesas que se ha llevado el viento. Sin sorpresa, salvo para los crédulos y para aquellos que se han posicionado descaradamente al lado de Meriton, el máximo accionista vela exclusivamente por sus intereses particulares. La entidad sobrevive gracias a una política de mínimos, forma la plantilla más devaluada de toda su historia y compite con entusiasmo gracias al compromiso de sus integrantes y a la labor de un entrenador que se ha entregado a la causa. Esto es lo que hay. Al menos, de momento.
